Archivo por días: 4 noviembre, 2014

La vida a bordo de un buque negrero

El origen de la esclavitud tiene su punto de partida tras el descubrimiento de América y la falta de mano de obra para trabajar sus campos. Los negros africanos fueron apresados en sus propias aldeas de la forma más cruel posible, a partir de entonces, comenzarían a vivir un verdadero infierno durante la travesía en los buques negreros y tras su desembarco en los puertos americanos.
mapa rutas esclavos
Una vez a bordo, se les distribuía en las cámaras destinadas para ellos. Los hombres ocupan la parte de proa del navío; las mujeres, que formaban el tercio de la carga, iban en la parte de popa; y los niños al centro. Este tipo cámaras estaban formadas por dos tabiques.
La altura de las cámaras donde eran situados los esclavos variaba según las dimensiones del navío. En general, las dimensiones eran de tres a cinco pies, de manera que era imposible que se pusieran de pie en la mayor parte de los navíos y en algunos de permanecer sentados. De esta forma, a lo largo de toda la travesía permanecían tumbados y herrados, pudiendo comparar el espacio que ocupaban con un ataúd.
En ocasiones, estaban obligados a viajar siempre sobre un lado, replegados sobre sí mismos, sin poder extender los pies. Mantener estas posturas tan incómodas durante tanto tiempo ocasionaba la aparición de úlceras en su cuerpo o desgarros ocasionados por los hierros de las cadenas.
negros durmiendo
El sufrimientos eran horribles: echados los unos sobre los otros, sofocados por el calor, sudorosos y apestados por su propio olor.
Las bodegas también eran empleadas para albergar esclavos, siempre encadenados por las muñecas y tobillos por parejas o más. Otra parte del barco para hacinar esclavos era el entrepuente, este era más espacioso, por ello, montaban a ambas bandas una especie de estanterías o voladizos que permitían aposentar otra fila de negros sobre los que dormían en el suelo. Si la altura era superior a seis pies (1.80 metros), aun cabía una segunda plataforma, dejando a veces solamente cuarenta o cincuenta centímetros de altura para que pudiera tenderse el esclavo.
hacinamiento
La alimentación de los esclavos a bordo de estos barcos, estaba formada por dos comidas, generalmente formadas por gachas de maíz, habas, mijo… bastante consistentes y cuando los había, plátanos o mandioca, así como medio coco de agua.
esclavo sentados
Para divertirse en tan larga travesía, los negreros subían a cubierta a los esclavos para hacer la “danza de esclavos”, obligándoles a saltar bailar, y entre tanto, circulaba entre ellos un marinero repartiendo latigazos. Como permanecían encadenados, quedaban en carne viva sus muñecas y tobillos. También se les obligaba a bañarse o lavarse en barriles con agua de mar aumentando sus sufrimientos. Cuando estaban en cubierta, tenían alguna posibilidad de moverse, e incluso de hacer sus necesidades fisiológicas por la borda. Una vez que regresaban al entrepuente o lugar donde los encerraban, ya no podían salir de allí.
esclavos encadenados
Ante situaciones tan terribles, muchos esclavos enloquecían o se suicidaban, negándose a comer. Para que no lo hicieran se utilizaba el “especulum oris”, un aparato para abrirles la boca y meterles el alimento con un embudo. Los capitanes mandaban azotar a los que se negaban a comer u ordenaban que les quemaran los labios para que les sirviera de escarmiento.
Estas condiciones tan extremas a las que eren sometidos, la falta de alimento y de higiene, conducía a la aparición de múltiples enfermedades. Por un lado enfermedades propias de Europa, fácilmente propagadas a los negros, tales como la viruela, sarampión, gonorrea, sífilis, tuberculosis; y por otro las africanas : fiebre amarilla, dengue, malaria, amebiosis, disentería, bacilar, lombriz africana, anquilostomiasis duodenal. A las que habría que sumar, en travesías largas, el escorbuto.
esclavos
Los capitanes solían tirar al mar a los primeros enfermos, aunque el contagio era imposible de parar debido a las insalubres condiciones en las que se encontraban los barcos. También el capitán los arrojaba por la borda si era preciso aligerar la carga, o si escaseaba el agua y los víveres.
esclavos arrojados al mar
Finalmente, en los últimos días de la travesía se mejoraba la ración de agua y comida para que los esclavos tuvieran mejor aspecto y alcanzaran mejor precio.

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• MARTÍNEZ CARRERA, J.U,: “ El tráfico negrero por el Atlántico”. Departamento de Historia Contemporánea. Universidad Complutense de Madrid.